Me ha resultado interesante la carta que habla del Sacramento de la Penitencia. Considero que nuestro querido sacerdote tenía ideas muy claras sobre cuál iba a ser, o era ya, su misión como cura. Dice así:
Escribo esta carta cuando ya me falta muy poco tiempo para ser sacerdote. Uno de los poderes que Dios da al sacerdote siempre me ha sobrecogido. El primero es el de consagrar el Cuerpo de Cristo, el segundo el de perdonar los pecados. Esos dos carismas que pronto iba a recibir me sobrecogían. Muchas veces le he dicho al Señor: “No soy digno de ello, pero dame un día esos poderes ministeriales para servir plenamente a los hombre. ¡Qué gran cosa es el de perdonar en nombre de Dios! Es una maravilla el decir “Yo te absuelvo…” Te libero, te limpio, te doy la salud en el nombre del Señor. O mejor Dicho: Es el Señor el que lo hace todo valiéndose de nuestra pobre persona.
Considero de especial interés insistir en este tema tan crucial en la vida de cada sacerdote y, por tanto, de toda la Iglesia. Si a eso vino Jesús, eso es lo que tenemos que hacer: ¡Perdonar! Regalar la paz a las almas en el nombre del Señor. De lo contrario estaríamos perdiendo el tiempo traicionando nuestra misión.
Traigo aquí unas palabras que el Papa Francisco dirigió a los sacerdotes en su viaje a la Habana. Nos sirven de reflexión a todos: la tarea que el Papa Francisco pide a cada sacerdote cumplir en el confesionario
El Papa Francisco exhortó a los sacerdotes a no cansarse de perdonar a los fieles que llegan a confesar sus pecados en el confesionario. “Ese o esa que están ahí son el más pequeño y por lo tanto es Jesús”, aseguró.
Al presidir el rezo de las Vísperas junto a sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas en la Catedral de La Habana (Cuba), el Santo Padre indicó que el confesionario es “un lugar privilegiado para el sacerdote” para encontrarse con “ese último, ese mínimo, el más pequeño” necesitado de su ayuda.
“Ahí (es) cuando ese hombre o esa mujer te muestra su miseria”, explicó el Papa, y advirtió que “ojo que es la misma que tienes tú y que Dios te salvó ¿eh? de no llegar hasta ahí”.
Cuando esa persona te muestra su miseria, pidió el Papa a cada sacerdote, “¡por favor! no lo retes, no la retes, no lo castigues”.
“Si no tienes pecado, pues tírale la primera piedra, pero solamente con esa condición, sino piensa en tus pecados y piensa que tú puedes ser esa persona, piensa que tú potencialmente puedes llegar más bajo todavía y piensa que tú en ese momento tienes un tesoro en las manos, en tus manos, que es la misericordia del Padre”.
Francisco pidió a los sacerdotes que “no se cansen de perdonar, sean ‘perdonadores’, no se cansen de perdonar como lo hacía Jesús. No se escondan en miedos o en rigideces”.
“Cuando te llega el penitente no te pongas mal, no te pongas neurótico, no lo eches del confesionario, no lo retes, Jesús los abrazaba, Jesús los quería”, recordó.
“Mañana festejamos San Mateo ¡Cómo robaba ese! y además ¡cómo traicionaba a su pueblo! y dice el Evangelio que a la noche Jesús fue a cenar con él y otros como él”, indicó.
El Papa señaló además que “San Ambrosio tiene una frase que a mí me conmueve mucho: ‘Donde hay misericordia, está el Espíritu de Jesús, donde hay rigidez están solamente sus ministros’”.
“Hermano sacerdote, hermano obispo, no le tengas miedo a la misericordia, deja que fluya por tus manos y por tu abrazo de perdón. Porque ese o esa que están ahí son el más pequeño y por lo tanto es Jesús”, aseguró.
No tengo nada más que añadir, a no ser el deseo de que en todas las iglesias haya una puerta abierta al perdón. El mundo necesita paz, pero no la encontrará si en su corazón no está la gracia de Dios. Cada confesor es un mensajero de paz y misericordia. La enfermedad más extendida hoy es la amargura, la soledad, la impaciencia, la desesperación… Faltan muchos médicos del alma dispuestos a escuchar y absolver en el nombre de Dios. Es la gran oferta de paz que la Iglesia hace a toda la humanidad, y debemos estar agradecidos.
Fuente: religionenlibertad.com
Escribo esta carta cuando ya me falta muy poco tiempo para ser sacerdote. Uno de los poderes que Dios da al sacerdote siempre me ha sobrecogido. El primero es el de consagrar el Cuerpo de Cristo, el segundo el de perdonar los pecados. Esos dos carismas que pronto iba a recibir me sobrecogían. Muchas veces le he dicho al Señor: “No soy digno de ello, pero dame un día esos poderes ministeriales para servir plenamente a los hombre. ¡Qué gran cosa es el de perdonar en nombre de Dios! Es una maravilla el decir “Yo te absuelvo…” Te libero, te limpio, te doy la salud en el nombre del Señor. O mejor Dicho: Es el Señor el que lo hace todo valiéndose de nuestra pobre persona.
Considero de especial interés insistir en este tema tan crucial en la vida de cada sacerdote y, por tanto, de toda la Iglesia. Si a eso vino Jesús, eso es lo que tenemos que hacer: ¡Perdonar! Regalar la paz a las almas en el nombre del Señor. De lo contrario estaríamos perdiendo el tiempo traicionando nuestra misión.
Traigo aquí unas palabras que el Papa Francisco dirigió a los sacerdotes en su viaje a la Habana. Nos sirven de reflexión a todos: la tarea que el Papa Francisco pide a cada sacerdote cumplir en el confesionario
El Papa Francisco exhortó a los sacerdotes a no cansarse de perdonar a los fieles que llegan a confesar sus pecados en el confesionario. “Ese o esa que están ahí son el más pequeño y por lo tanto es Jesús”, aseguró.
Al presidir el rezo de las Vísperas junto a sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas en la Catedral de La Habana (Cuba), el Santo Padre indicó que el confesionario es “un lugar privilegiado para el sacerdote” para encontrarse con “ese último, ese mínimo, el más pequeño” necesitado de su ayuda.
“Ahí (es) cuando ese hombre o esa mujer te muestra su miseria”, explicó el Papa, y advirtió que “ojo que es la misma que tienes tú y que Dios te salvó ¿eh? de no llegar hasta ahí”.
Cuando esa persona te muestra su miseria, pidió el Papa a cada sacerdote, “¡por favor! no lo retes, no la retes, no lo castigues”.
“Si no tienes pecado, pues tírale la primera piedra, pero solamente con esa condición, sino piensa en tus pecados y piensa que tú puedes ser esa persona, piensa que tú potencialmente puedes llegar más bajo todavía y piensa que tú en ese momento tienes un tesoro en las manos, en tus manos, que es la misericordia del Padre”.
Francisco pidió a los sacerdotes que “no se cansen de perdonar, sean ‘perdonadores’, no se cansen de perdonar como lo hacía Jesús. No se escondan en miedos o en rigideces”.
“Cuando te llega el penitente no te pongas mal, no te pongas neurótico, no lo eches del confesionario, no lo retes, Jesús los abrazaba, Jesús los quería”, recordó.
“Mañana festejamos San Mateo ¡Cómo robaba ese! y además ¡cómo traicionaba a su pueblo! y dice el Evangelio que a la noche Jesús fue a cenar con él y otros como él”, indicó.
El Papa señaló además que “San Ambrosio tiene una frase que a mí me conmueve mucho: ‘Donde hay misericordia, está el Espíritu de Jesús, donde hay rigidez están solamente sus ministros’”.
“Hermano sacerdote, hermano obispo, no le tengas miedo a la misericordia, deja que fluya por tus manos y por tu abrazo de perdón. Porque ese o esa que están ahí son el más pequeño y por lo tanto es Jesús”, aseguró.
No tengo nada más que añadir, a no ser el deseo de que en todas las iglesias haya una puerta abierta al perdón. El mundo necesita paz, pero no la encontrará si en su corazón no está la gracia de Dios. Cada confesor es un mensajero de paz y misericordia. La enfermedad más extendida hoy es la amargura, la soledad, la impaciencia, la desesperación… Faltan muchos médicos del alma dispuestos a escuchar y absolver en el nombre de Dios. Es la gran oferta de paz que la Iglesia hace a toda la humanidad, y debemos estar agradecidos.
Fuente: religionenlibertad.com
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